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¿Cuándo acudir a un profesional?

Son muchas los momentos vitales y circunstancias que pueden hacer que sientas que algo no va bien. Sentirte triste durante un periodo de tiempo largo, sentir ansiedad, percibir que no tienes el control de tu vida, no poder asumir la perdida de un ser querido o no lograr gestionar la educación de tus hijos son manifestaciones de momentos vitales en los cuales no puedes desarrollarte de forma plena.

Hay ciertas manifestaciones que en sí mismas no son preocupantes o que aparecen en algún momento de nuestra vida, como por ejemplo discusiones de pareja, sentirse triste, desobediencia de los hijos, aparición de preocupaciones en relación al entorno laboral...

La cuestión es cuando estas situaciones o manifestaciones se alargan en el tiempo aumentando su intensidad e intentas aplicar tus recursos personales sin éxito y terminan influyendo de forma significativa en el funcionamiento de tu día a día.

Es cuando la persona tiene un problema que le impide vivir la vida que desea o que le causa sufrimiento cuando tiene que acudir a un profesional que pueda dotarle de nuevos recursos para intervenir en la situación y permitir que la persona pueda seguir desarrollándose de forma óptima.

Así si te encuentras en alguno de los siguientes momentos es adecuado que puedas buscar ayuda profesional:

  • Crisis personal

Existen momentos vitales que desbordan los recursos personales que tienes para afrontarlos, como una ruptura de pareja, la muerte de un ser querido, un accidente, la sobrecarga laboral o la ausencia de trabajo, situaciones límite en cuanto a la crianza de los hijos... Estas provocan un fuerte impacto emocional que puede provocar que las emociones se desborden y el sentimiento de que todo se descontrola a tu alrededor. Se puede manifestar a través de ansiedad, alteraciones del sueño, aislamiento social, apatía, sobrecarga mental y sentimientos de vacío.

  • Malestar Emocional que te acompaña a lo largo del tiempo

Sientes que no consigues lograr un equilibrio y sentirte bien de forma estable, de manera que tus emociones influyen en todos los entornos (laboral, familiar, hobbies...) y te limitan. Puedes sentir que no disfrutas como antes de las cosas o que te cuesta conectar con las demás personas y también que tienes cambios de humor bruscos que no te permiten disfrutar de las personas que están a tu alrededor o bien que hay situaciones que te atemorizan y no puedes ir a ciertos lugares o hacer según qué actividad porque el miedo te bloquea. Este malestar se puede concretar en ansiedad, miedos muy intensos, ausencia de ganas de realizar actividades que antes te llenaban, desesperación y pensamientos intrusos que acuden a tu mente sin razón.

  • No consigues hacer lo que te propones

Comúnmente es la fuerza de voluntad a la que atribuimos la capacidad para realizar ciertos retos que nos proponemos. Hay que tener en cuenta que en determinados casos pueden existir bloqueos que no te permitan alcanzar ciertas metas como por ejemplo querer adelgazar, iniciar un proyecto profesional, dejar un hábito perjudicial...

Así puede existir una motivación baja, un alto grado de estrés, dificultad para tomar decisiones vinculada al miedo, a la inseguridad...

Aun siendo consciente del beneficio que supone para ti realizar aquello que te has propuesto no lo consigues y te sientes frustrado, con sentimientos de inutilidad y en una rueda que no para de girar. Por eso es importante poder atajar los motivos que conllevan a ese bloqueo para poder romperlo.

  • Te sientes inseguro y con baja autoestima

Piensas que los demás tienen muchas más cualidades positivas que tú y que todo lo hacen mejor. Te gustaría poder hacer algunas cosas, pero piensas que es mejor que no lo hagas por lo que opinaran los demás o porque a ti no te saldrá bien. Puede ser que te sientas culpable por alguna cosa que hiciste en el pasado y esta culpa te acompaña a dónde quiera que vayas. Cuando te sientes inseguro y pequeño las situaciones se van repitiendo y te generan estrés y tensión provocando que acumules enfado, frecuentemente enfocado a los demás, pero de forma muy importante hacia ti mismo, reforzando las creencias de inseguridad y baja autoestima. Por ello es muy importante poder romper el círculo y permitirte desarrollar todo tu potencial.

  • Las relaciones con los demás no son como te gustaría

La existencia de múltiples conflictos con los otros, la dificultad de poder decir no, de establecer unos límites claros hacia los demás y de poder establecer una relación de pareja sana indican dificultades para desarrollar relaciones sociales adecuadas. Puede tener su origen en la timidez, en la comunicación poco asertiva, en la inseguridad o en el funcionamiento por patrones. Ir a terapia permite trabajar estos puntos para lograr relaciones sociales satisfactorias.

  • Estás expuesto a un nivel de estrés elevado y tu cuerpo lo manifiesta

Son las conocidas somatizaciones. En ocasiones, tu cuerpo manifiesta el estrés que no puedes gestionar a través de dolencias físicas que no tienen una causa médica. Entre ellas se encuentran el dolor de cabeza, dolor de barriga, problemas de sueño y dolores musculares. El origen se encuentra en conflictos psicológicos que no están resueltos o bien en situaciones fuertemente estresantes que sobrepasan tus recursos personales.

  • Has vivido experiencias traumáticas en tu niñez

Las situaciones potencialmente traumáticas que ocurren cuando eres niñ@ tienen un gran impacto en tu vida adulta. Estas pueden condicionar tu percepción de las cosas e influir de forma muy importante en tus relaciones sociales y en tu autoconcepto. Es importante poder trabajar con un profesional el evento traumático para resolver las secuelas.








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